domingo, 6 de noviembre de 2011

Una cartografía del impacto humano en la Tierra

La humanidad parece haber vivido tan ensimismada que sólo hace poco descubrió que, para medir su fabulosa incidencia en el mundo, merecía crear una nueva Era Geológica.
El antropólogo canadiense Felix Pharand-Deschenes supo aprovechar el material gráfico generado por satélites que escanean milímetro a milímetro la superficie terrestre para mostrar la tecnología humana desde un punto de vista inusual. Su proyecto muestra el entretejido de capilares luminosos que cubre el planeta como el espeluznante tapiz de una araña mutante. Refleja nuestra expansión global a través de los cables coaxiles, el tendido eléctrico, las líneas aéreas y las rutas navales que jalonan el paisaje terrestre. El resultado es una trama tan densa que, si incluyera a las carreteras, convertiría a esta representación en un globo oscuro.
Son imágenes de la Tierra que interpelan al papel que juega el hombre de cara a su futuro inmediato, hacen visible un impacto prácticamente invisible sin una "perspectiva extraterrestre".
El Proyecto Globaia impulsado por Pharand explora el mundo visualmente, pero tiene un calado profundo porque su mirada no es meramente artística sino político-científica: se planta ante los dramáticos cambios producidos desde el inicio de la sociedad industrial, a fines del siglo XIX, y propone una agenda para enfrentar las soluciones.
Su experimento cartográfico presenta el impacto de la tecnología terrícola sin atenuantes. Dice, por ejemplo, que el 3 por ciento del suelo (el equivalente a la superficie de la India) está cubierto por asfalto. Este dato no es necesariamente preocupante. Pero, siendo parte de una trama más compleja, ayuda a llamar la atención sobre los efectos humanos en el ecosistema.
DEL HOLOCENO AL ANTROPOCENOLa "Era del Hombre", cuyas huellas persistirán incluso cuando no quede un solo ser humano vivo sobre la Tierra, aún no tiene existencia oficial. Es una escala de tiempo geológico "en transición", que todavía no fue adoptada por la comunidad científica.
En 2000, el holandés Paul Crutzen, Premio Nobel de Química en 1995, propuso llamar a este período Antropoceno (del griego 'anthropos' "hombre" y 'kainos' "nuevo"). Desde entonces, la nomenclatura conquistó cada vez más voluntades, al punto que sus adeptos ya surgieron en el seno de la Sociedad Geológica de América.
Sin embargo, la mayoría de geólogos, geoquímicos y climatólogos aún no encuentran buenas razones para no seguir llamándole a nuestra época geológica Holoceno, el período que nos acompaña desde hace 11.784 años.
Quienes se disponen a desafiar la ortodoxia reclaman que la actividad humana sobre la Tierra "ha superado, en términos de impacto, al vulcanismo". El epistemólogo Jacques Grinevald, profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo (IHEID) y miembro de la Sociedad Geológica de Londres, considera que el hombre ha dejado atrás el Holoceno. "El Antropoceno -asegura Grinevald- permite concentrase en un dilema muy simple: el desarrollo humano, tecnológico y demográfico es tal que nos hemos convertido en la fuerza natural y geológica más poderosa en la superficie de la Tierra". Los amigos de esta propuesta podrán sondear el consenso de sus colegas en agosto de 2012 en Brisbane, Australia, donde se celebrará el 34 º Congreso Geológico Internacional.
¿Cuál es la importancia de poner punto final a un período y dar por inciado otro que, en términos geológicos, acaba de comenzar?
Para los partidarios del Antropoceno, asumir que vivimos en una Nueva Era Geológica permitirá acelerar la consciencia hacia las urgencias ecológicas que, si bien tenemos la dicha de conocer, aún somos incapaces, en términos de fuerza social, de enfrentar. De sancionarse, creen que la iniciativa permitirá que las ciencias humanas y las ciencias naturales coincidan en un mismo marco de debate.
¿Cuáles son, entonces, los resquemores de la Academia? Por un lado, su reticencia tiene que ver con celos propios de la especialidad: la expresión no procede de las filas de la geología. Por el otro, los límites de las épocas geológicas están definidos por cambios perceptibles en los estratos rocosos, que, por ejemplo, registran la aparición o desaparición de organismos fósiles. El paso del hombre sobre la Tierra ¿será "estratigráficamente significativo" dentro de, digamos, cien mil años? En una entrevista que dio a NatGeo, el estratígrafo británico Jan Zalasiewicz cuenta que en 2007 cconvocó a un grupo de colegas para abordar el concepto y éste acordó "estudiarlo como un problema geológico formal". Simpatizaron con la idea. Pero no porque los rascacielos, los diques de hormigón o las extensiones de tierra cultivada vayan a dejar huellas claras en el futuro: las fuerzas de la erosión volatilizarán las grandes estructuras antes de que un iPod o un semáforo, por así decir, consigan incrustarse en las rocas sedimentarias. Justificaron la necesidad de esta reforma por motivos más sutiles.
Mira los videos impresionantes, en:
Ecosphere-Anthroposphere from Globaïa on Vimeo.

Una nueva cámara web permite ver en vivo la migración de los osos polares


Cerca 1.000 osos polares merodean en esta época del año las afueras del pueblo canadiense de Churchill, en Manitoba, esperando que la Bahía de Hudson se congele para migrar al norte.
Los turistas también acuden al pueblo para avistar el movimiento de los plantígrados. Sin embargo, este año, unas cámaras instaladas en la zona permitirán que cualquier persona que tenga una conexión a internet observe la migración anual de estos animales.
Un grupo de organizaciones benéficas y de ambientalistas se asociaron para instalar una red de cámaras de alta definición en zonas remotas que "permitan a la gente observar el mundo natural en que vivimos, con la esperanza de que desarrollen una conexión espiritual con el planeta", explicó Charlie Annenberg, realizador y fundador de explore.org, que encabeza este proyecto.
El equipo colocó el primer dispositivo de grabación esta semana en las afueras de Churchill, en el todoterreno 'Tundra Buggy', utilizado para transportar a los turistas, y en un albergue ubicado en el camino que usan los osos para migrar.
Ahora, el vídeo que muestra el proceso migratorio -que comienza en la última semana de octubre y termina a finales de diciembre- es difundido a través de explore.org.
"Los osos vienen aquí a esperar que la bahía de Hudson se congele para poder ir a cazar focas durante el invierno", dijo Annenberg a AFP por teléfono desde Churchill.
Hasta el momento, el proyecto ha mostrado imágenes de vídeo de "algunos osos machos vagando y durmiendo y una hembra con dos oseznos".
"Aquí está empezando ahora a nevar y en los próximos días uno verá el agua de la bahía congelarse y a los osos alejarse para cazar a 160 kilómetros de la costa".
Próximamente, Annenberg espera captar con sus cámaras las auroras boreales, los peces tropicales y otros fenómenos naturales en lugares remotos del planeta.
Un oso polar merodea la escarcha de la Bahía de Hudson, a las afueras de Churchill, en Canadá, en una fotografía de archivo. Cerca 1.000 osos polares merodean en esta época del año las afueras del pueblo canadiense de Churchill, en Manitoba, esperando que la Bahía de Hudson se congele para migrar al norte.

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